martes, 8 de enero de 2013

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...y entonces vi un ojo resplandeciendo en la pared, aquél ojo que todo lo hablaba, que todo lo pensaba, que todo lo sentía, y comprendí que al fin hallé el camino correcto. me detuve y tuve que entrecerrar los ojos pues aquélla luz que penetraba en mis pupilas me dolía, y el humo que envolvía la habitación se incrustaba en mis pulmones, pero no me importaba. pronto, las cenizas de todos esos escritos, de toda mi vida, iban a asfixiarme, y ya palpaba mi muerte, ¡pero ahí estaba! aquél ojo divino echando su mirada sobre mí, esa mirada de culpa y perdón, de odio y amor, de olvido y memoria eterna, ¡el todo y la nada conjugados en un mismo mirar! no pude parar, sentí euforia y seguí amontonando más escritos en el montón de papeles quemándose, y empecé a danzar arrojando mi ropa también al fuego, y arrojé también todos los demonios y todas las divinidades que había en mí, bajo aquélla mirada perturbadora que todo lo veía. de repente sentí como en mi interior hervía el más inmundo caos, aquélla sensación de averno y fuego, y mi mente vomitó sobre mi cuerpo todo su peso, y en seguida empecé a sentir una calma cruel que me quitaba el pellejo para instaurarse bajo mis tejidos. y aquél ojo, aquél divino ojo seguía el ritual, y el humo empezaba a llenar la habitación, y un olor a quemado se inflaba en mis fosas nasales, un olor a manzanas recién horneadas, un olor a podredumbre, un olor a cuarzo oxidado, un olor a libro nunca abierto, y sentí también la eternidad danzando junto a mí, agarrándome violentamente de las manos y llevando mis pies hacia aquélla hoguera de trozos de mí, y mis pies se quemaban y ella se reía con esos dientes carnívoros que nunca han logrado morder ningún pedazo de lo humano...¿era acaso un sueño? ¿es esto acaso un sueño? aquélla mirada me empujó al abismo, a aquél que era mi camino y caí de golpe en ese agujero de ceniza, en ese segundo movimiento de aquélla eterna novena, y rocé el paraíso y el infierno, y los ángeles y los demonios copularon sobre mí, escupieron sobre mí su lascivia, y me arropé con la hipocresía de todo mi ser. y bajé la cabeza vergonzosa ante aquél ojo, cerrando la puerta abierta años atrás, y me dejé asfixiar lentamente por el humo suicida de mis propios residuos. y aquí me hallo, si es que me hallo, ¿donde? en el camino de la perdición el Ojo que todo lo es y que es la Nada guía mis pasos, aunque no soy ya, porque nunca he sido.

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